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Mostrando las entradas de abril, 2020

De lo infinito a lo incierto

Prefiero el silencio,
porque ahí no escucho el vacío de tu risa,
ni la historia que grita en el alma,
ni el ardor de los hilos cayendo sobre tu espalda.

Elijo cantarte,
a la luz de un cigarro,
con el viento soplando sobre mi barranco,
esperando que pueda meterse entre tus manos.

Prefiero quererte,
de madrugada,
rasgando cada almohada,
donde tus besos la han dejado anclada.

Elijo no buscarte,
aunque me arrastre por el suelo,
durante los días de sol y desierto,
con vino barato y llagas en el cuerpo.

Prefiero olvidarte,
poco a poco,
doliendo lento,
para recordarme cada día que no puedo.

Elijo soñarte,
con veneno y ventanas abiertas,
con las venas expuestas,
en la soledad de mi existencia.

Prefiero escribirte,
para así callarme,
para poder vivirte,
para jamás morirme.

Elijo mis sueños,
donde todo es inmenso,
con café negro y letras de incienso,
evanescente humo que se ha quedado incrustado en el tiempo.

Etérea realidad


Cayendo.
Las estrellas se han consumido en finas gotas de lava.
Inflamando el corazón, creciendo, sonriendo, durmiendo.
Ni mil noches han podido opacar el albor que lentamente se abre camino, donde apenas comienzan los pasos suaves de una bella extranjera, descalza sobre vidrio y pasto recién cortado.

Ardiendo.
Su mirada se pierde en notas musicales, risas frescas y noches prohibidas.
Con su largo y denso cabello ha abrazado a los demonios uno a uno, lento, sin preguntar.
A pesar de las dudas que asaltan la mente, cada segundo taladrando los recuerdos y el que podrá ser, con sus defensas y sus miedos, luchando por no dejarse caer.

Volando.
Después de tanto tiempo de haber estado aletargado.
Después de romperse en mil pedazos, tras encontrar la muerte ocho veces al estrellarse contra el tiempo.
Extendiendo las alas, entumidas y torpes, ya que han borrado de la memoria su propósito, sin entender que tan lejos se puede llegar con un poco de brisa marina.

Soñando.
Con una silueta que se hace cada vez más cercana.
Definiendo con sus pequeñas uñas verdes las costras de los tatuajes que el mundo ha dejado, marcando con hierro hirviente la etérea duermevela de la inconsciencia.
Esperando poder ser, jugando a cerrar los ojos, mientras que los sentimientos se hacen a un lado un segundo, antes de rendirse completamente. 

Curando.
Con alcohol de malta, buenos días y cigarrillos guardados.
Con su olor a nada, cucharas y vasos que cambian de filosofía.
A puertas cerradas, con calor y sillas rebeldes.

Renaciendo.
A pesar de todo.
Sin saber cuando ni donde, pasando sin sentir, rozando la piel y acariciando el cabello.
Y sin saber si es real o solo una ilusión más, pero que vale la pena intentar descifrar.

Gélido

El viento frígido se ha cerrado frente mí,
borrando mis huellas, enterrando por siempre mis pasos por estos pasajes.
Apuñalándome la espalda, los brazos y la memoria.

Cientos de lobos danzan,
acechando, mordiendo.
Sin mayor placer que ver la piel desprenderse de mis huesos.
Manchando la pálida tierra, donde no crecerán más flores, árboles o sueños.

Caminar descalzo por este hielo no duele,
duele ver tu mirada posarse en otros campos.
Mientras, mis ilusiones solo piden un poco más de tiempo.
Y mi cabeza se hunde en la tormenta que se avecina cada noche.

Arrodillado frente a ti, mientras el viento aúlla en mis oídos,
observo tu silueta alejarse, cada vez más difusa.
Y, aunque el alma está componiendo su última sonata,
me es imposible no pensar que todo pasa. Que hoy no es mi terminal aliento.

Porque a pesar de estar aquí, postrado en la penumbra de mi existencia, estoy seguro de que podré renacer mañana, si es que los lobos no deciden seguirse mintiendo.


Rojo color sangre, como tus labios


Sin presiones.

El frío de la hoja en mis manos se siente bien. 

Es poder expulsar por fin aquello que me atormentó tanto tiempo y que ahora, justo al final, entiendo cada palabra como si de un libro abierto se tratase. El carrete de mi vida recorría mi mente, sin sabor.  Hasta que hace días la vi coloreada en rojo. 

Sin miedos. 

Se pintan aquellos detalles de mi existencia. Tu cabello, tus ojos, tus uñas rebeldes. De carmín se marcaba la espalda, el sexo y los buenos días. Las tardes de lluvia que no vimos, los atardeceres que no recorrimos, las palabras que no dijimos. Y ahora ya sé por qué. 

Sin dudas. 

El tiempo me dio una ventana de verdadera locura. Risas, sueños e ilusiones. Y después la cerró, tan abruptamente como comenzó. Así, sin decir nada, sin explicaciones ni canciones. Y cada uno tomo caminos diferentes, en esta ciudad de decadencia y bajas pasiones. 

Libre.

El frío de la hoja cortando mi piel se siente bien.

La sangre brota, roja como tus labios, besando mis poros y escurriendo por la coladera, allá donde mis esperanzas se fueron, lavaron y murieron. Porque no hay nada más puro que el sentimiento de ver la vida desvaneciéndose, gota a gota, mezclándose con ron y vaho sucio, infectando las heridas, los recuerdos y los charcos de agua.

What do you know about love, chamaco pendejo

Que sabes de amor, si nunca has besado las imperfecciones del cuerpo, con el mismo placer que besas sus labios. 

Que sabes de amor, si no conoces cada mirada, desde la que exuda tristeza, hasta la que añora tu verga. 

Que sabes de amor, si no has pasado noches enteras en vela, sobando los huesos rotos y acariciando el alma. 

Que sabes de amor, si solo le dices palabras bonitas, pero no estas cuando quiere quemarlos a todos. 

Que sabes de amor, si nunca has tenido las ganas de mandar todo a la chingada, pero te quedaste para arreglar aquello que valía la pena. 

Que sabes de amor, si en tu vida has recibido un vergazo, sabiendo que no era para ti. Y en vez de pelar, la consolaste. 

Que sabes de amor, si no pasaste hambre para que ella pudiera comer hasta el hartazgo. 

Que sabes de amor, si no has construido nada a su lado, no has sufrido nada a su lado y mucho menos has logrado nada a su lado. 

Que sabes de amor, si no le cantas, no le escribes y no le lloras. 

Dime, que putas vas a saber tu de amor, si nunca la has despertado en la madrugada para cogértela y justo después de terminar, hacerle el amor.