De lo infinito a lo incierto
Prefiero el silencio,
porque ahí no escucho el vacío de tu risa,
ni la historia que grita en el alma,
ni el ardor de los hilos cayendo sobre tu espalda.
Elijo cantarte,
a la luz de un cigarro,
con el viento soplando sobre mi barranco,
esperando que pueda meterse entre tus manos.
Prefiero quererte,
de madrugada,
rasgando cada almohada,
donde tus besos la han dejado anclada.
Elijo no buscarte,
aunque me arrastre por el suelo,
durante los días de sol y desierto,
con vino barato y llagas en el cuerpo.
Prefiero olvidarte,
poco a poco,
doliendo lento,
para recordarme cada día que no puedo.
Elijo soñarte,
con veneno y ventanas abiertas,
con las venas expuestas,
en la soledad de mi existencia.
Prefiero escribirte,
para así callarme,
para poder vivirte,
para jamás morirme.
Elijo mis sueños,
donde todo es inmenso,
con café negro y letras de incienso,
evanescente humo que se ha quedado incrustado en el tiempo.