Fuego



Fuego.
Tormenta de sol y viento.
Arrasante, como la brisa que baja por la espalda desnuda.
Besando cada poro de aquella piel lastimada.

Fuego.
Quemando la planta de los pies.
Viejas canciones que aún no son escuchadas.
Viendo cómo mis creencias se reducen a cenizas.

Fuego.
Viajes incompletos, marionetas y bicicletas.
¿Recuerdas cuando nuestros labios se buscaban debajo de un techo verde?
¿Recuerdas cuando buscaba tu mano y la encontraba en tu entrepierna?

Fuego.
Déjame decirte que te amo.
Déjame recordarte que los lagartos tienen un rey.
Un rey que murió con su aguja colgando del brazo.

Fuego.
Como tu cabello.
Como tus besos.
Como lo eres tú.

Fuego.
Déjame envolverte en mis brazos.
Consúmeme hasta que ardan mis pecados.
Olvida que mis años han visto cómo el cristal se rompe en pedazos.

Fuego.
Reduce la nada en todo.
Quema los días que dejamos volando.
Calcina mi alma y fúndela con tu esencia.

Fuego.
Como lo eres tú.
Voltea a verme, solo por esta noche.
Así como la luna observa el mar, levantando las mareas, revolviéndola, dejando una leve capa de bruma y niebla. Allí donde vives, intempestiva e incandescente.

Comentarios

  1. Este poema evoca recuerdos de una historia que nunca he vivido, al menos en esta vida...
    Siempre es bonito encontrarme con una nueva entrada tuya, saludos!

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