Luna y silencio

Deja que el tiempo lave todo, se diluya entre los compases de una canción y dos vasos de cerveza. Deja que tu cabello queme tu espalda, mientras mis dedos recorren tus hombros y guardan en sus yemas cada una de tus pecas.

Deja que la memoria invente nuevas maneras de hacerte reír, ya sea con una historia o una ilusión. Deja que te bese la punta de los pies, mientras las voces del pasado callan, se ahogan en su cada vez más distante recuerdo.

Deja que diga que el cielo es tornasol, que tus ojos ya han visto mucho. Deja que la soledad se aleje sola, guárdala en una bolsa y sácala a pasear solo cuando necesites su compañía, mientras que tomas mi mano con la tuya.

Deja que lo inconcluso se haga infinito, que el sentimiento se vuelva efímero, que la vida sea etérea. Deja que mis pies calienten tu sueño, que tu nombre se fusione con el mío, que las palabras que broten de mi pecho te acaricien y mis brazos te sonrojen. Deja que te ame sin recelo, en los días de lluvia y las tardes cuando me odies, deja que las noches sean nuestras y que nadie nos arrebate la playa, esa que hicimos propia al sonido de una guerra que quiere paz. Deja que me aleje solo para buscarte, que te encuentre en mi nostalgia, que cuando sea muy estúpido para no saber qué hacer, me recuerdes que todo vale la pena. Deja que te ame, aunque tú no quieras, aunque no lo necesites, aunque me olvides.

Solo déjame hacerlo, porque no te puedo prometer la luna, pero sí que nos sentaremos en silencio, para observarla a través de nuestra ventana.

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