Eternidad #2
Terso.
Distante.
El Sol muestra su piel desnuda.
La sangre escurre por sus poros, delineando la silueta, invitando a escribir en ella.
Inalcanzable.
Tinta carmesí que desea ser escrita en viejas memorias.
Sentidos que florecen a mil años luz.
Cenizas.
Noche.
El Sol voltea y muestra una espalda marchita. Tatuado por aquellas lágrimas y heridas punzantes.
Estrella multicolor, siempre a la espera. La Luna se acerca lenta, tratando de rozar aquella imperfecta belleza que se desvanece a cada paso.
Ruido blanco.
El Sol recuesta su cuerpo vencido en la vía láctea.
Muerte.
Mil siglos han pasado desde la última vez que estuvieron juntos.
La Luna se acerca tanto que se consume a la distancia, poco a poco, sobre la fría nieve que un cometa ha dejado, pintando la nada de luz y sombras.
Fusión imperdonable. Ahora son uno en el cosmos. Ni el tiempo los podrá separar, ya que desde hace miles de años han jugado ese dulce vaivén de ser y no ser eternos.
Distante.
El Sol muestra su piel desnuda.
La sangre escurre por sus poros, delineando la silueta, invitando a escribir en ella.
Inalcanzable.
Tinta carmesí que desea ser escrita en viejas memorias.
Sentidos que florecen a mil años luz.
Cenizas.
Noche.
El Sol voltea y muestra una espalda marchita. Tatuado por aquellas lágrimas y heridas punzantes.
Estrella multicolor, siempre a la espera. La Luna se acerca lenta, tratando de rozar aquella imperfecta belleza que se desvanece a cada paso.
Ruido blanco.
El Sol recuesta su cuerpo vencido en la vía láctea.
Muerte.
Mil siglos han pasado desde la última vez que estuvieron juntos.
La Luna se acerca tanto que se consume a la distancia, poco a poco, sobre la fría nieve que un cometa ha dejado, pintando la nada de luz y sombras.
Fusión imperdonable. Ahora son uno en el cosmos. Ni el tiempo los podrá separar, ya que desde hace miles de años han jugado ese dulce vaivén de ser y no ser eternos.
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