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Eternidad #2

Terso.
Distante.

El Sol muestra su piel desnuda.
La sangre escurre por sus poros, delineando la silueta, invitando a escribir en ella.

Inalcanzable.

Tinta carmesí que desea ser escrita en viejas memorias.
Sentidos que florecen a mil años luz.

Cenizas.
Noche.

El Sol voltea y muestra una espalda marchita. Tatuado por aquellas lágrimas y heridas punzantes.
Estrella multicolor, siempre a la espera. La Luna se acerca lenta, tratando de rozar aquella imperfecta belleza que se desvanece a cada paso.

Ruido blanco.

El Sol recuesta su cuerpo vencido en la vía láctea.

Muerte.

Mil siglos han pasado desde la última vez que estuvieron juntos.

La Luna se acerca tanto que se consume a la distancia, poco a poco, sobre la fría nieve que un cometa ha dejado, pintando la nada de luz y sombras.

Fusión imperdonable. Ahora son uno en el cosmos. Ni el tiempo los podrá separar, ya que desde hace miles de años han jugado ese dulce vaivén de ser y no ser eternos.

Ya no tenemos nada más que perder

Siéntate a mi lado, hablemos por última vez. No prestes atención al arma que he dejado a un lado. Tomate una copa, un tequila. Que sea lo ultimo que hagamos antes de matarnos. Ya no tenemos nada más que perder.

Siente mi corazón, como cruje, por última vez. Escúchalo decir tu nombre. Deja que se apague, no lo fuerces. Él sabe que el tiempo se ha acabado, lo hemos olvidado detrás de las paredes llenas de polvo y viejas promesas.

Acércate, ya no sentimos nada. Todo se ha tornado tan gris, que el solo intento de recuperarlo es demasiado vacío. Caminamos por entre las grietas de una calle que rompimos, mancillamos, dividimos. Cada quien por su lado, viéndonos a lo lejos, olvidando el sonido de nuestra risa y el color de nuestros ojos.

Encendamos un último cigarro. Hay que ver la punta consumirse, al mismo tiempo que nosotros. Nuestros cuerpos han estado mucho tiempo cargando un par de almas que dejaron de soñar. Y solo nos hemos mentido, uno al otro, nos engañamos, cada uno con su propia dosis de soledad.

Ven, siéntate a mi lado. No prestes atención al arma que acabo de tomar. Cierra los ojos y deja que te cante por última vez. Sumérgete en los recuerdos que nos atropellan, mientras yo pongo el acero junto a nuestras caras, que han decido tocarse para terminar esto juntos. Espera a que los últimos segundos laven aquello que no hemos podido decir, que ya no tiene caso decir, no cambiara nada, no somos nada. Mantén los ojos cerrados, mientras jalo el gatillo, no te asustes, solo durara un segundo, así como lo fue nuestro paso juntos.