Triste historia del olvido que no fue, porque debe crecer y convertirse en la medusa que muere cada vez que se ve en el reflejo de una historia llena de amor y vacío

La tierra se ha cerrado dentro de este mar perfectamente vacío. Llenando los pocos huecos que hay detrás de las cortinas, polvo de uñas rotas y cabellos finos. No existe nada más allá de este horizonte ámbar, donde los sueños han perdido toda realidad, dejando solo las pesadillas donde puedes correr pero tus pies están amarrados al lodo de la indiferencia, baños de sal y agua destilada, cientos de viejas pasiones recorren las venas hinchadas de tanto recordar el daño que dejaron tus caricias en mi cadera, dulces heridas sangrantes, que no sanan, no dejan de brotar y mucho menos pueden cerrar, no porque no quiera, sino porque no lo permito, porque me hacen acordarme de cuando estaba vivo, déjame besar de nuevo tu bajo vientre y llevarte al éxtasis una última vez, porque lo que tuvimos no fue una despedida, ni siquiera un adiós, fue una muerte lenta, agonizante, asfixiante, donde los hechos se transformaron en la peor de las cosas que no tuvimos, aunque no eran parte de nuestra historia, solo parte de un momento exacto en el tiempo de la soledad que nos embargaba en ese preciso instante.

Solo nos queda quedarnos encerrados en nuestros errores, cerrar un libro que se llenó de sangre y semen, una nueva habitación donde las fotografías cuelgan de un hilo, dispuestas a caer y llenarse de telarañas, viejas amigas de cuatro patas y cien ojos, situadas a ver lo que no saben, a decir lo que no conocen y cerrarse como ostras, metiendo su ponzoña, dejando que nos invada, no, no te voy a olvidar, mi mucho menos volver a amar, dejaré que seas el recuerdo de una botella vacía, donde antes bebía y me dejaba llevar, porque olvidar es volver a vivir aquello que fue y no será, es tropezar con la piedra que pongo adelante para seguir cayendo una y mil veces, es querer un sinsentido, una ilusión que se vuelve más borrosa cada día que pasa, así como fueron los últimos momentos, secos y áridos, justo como es esta tierra que se consume dentro de mi ser, dejando un mar de vacío, dispuesto a volver a llenarse con nuevas canciones, llantos y cabello negro.[no-sidebar]

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