Rompecabezas

El tiempo ha volado sobre nosotros,
Llevando consigo lágrimas de acetona y pies llagados.

La luna ha marcado nuevas rutas de escape.

Siente el frío de una brisa que toca tu piel, dejando huella y besos húmedos,
Cientos de peces danzan en la inmensidad de un río violeta, bello e incandescente.

Muéstrame por última vez el camino antes de olvidarte.

Inefablemente erótica te has descubierto ante mí, descansando tu cuerpo desnudo en unos matorrales de cereza, leche de cebada y pensamientos suicidas.

Tal vez el tiempo no cura todo, solo lo hace más llevadero.

Siento tu cabeza reposar sobre mis hombros, hirviendo de ganas de poder estar ahí,
Sin siquiera saber por qué aún no podemos estar juntos.

¿Será acaso este el destino del cual hui hace tanto tiempo?

Déjate llevar por la atemporalidad de un beso, no hay nada más en este mundo que tú y yo en este instante. Jura sobre tus viejos libros, empolvados y llenos de viejas moscas que danzan al compás de una canción que se hizo eterna en la mente de un viejo casete, donde las líneas de su soledad han demostrado que nada más importa, más que el momento en el que te conocí, con tus grandes ojos pidiendo solo un poco de luz dentro de una habitación vacía, repleta de sinsentidos y cuadernos con nombres tachados, infinitos matices de heridas sin sanar, otras que van cerrando y unas más que cicatrizaron, dejando el cuerpo marcado en rojo, brillando, oculto, sensible.

Solo deja que el tiempo deje caer las piezas de este rompecabezas donde tengan que caer, en este imperfecto sitio lleno de miseria y esperanza.

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