Reflexión sobre la incertidumbre del amor o, la destrucción del mismo

Amor es darle a esa persona todo tu dolor, para que pueda destruirte lento, mientras disfrutas cada segundo de esa dulce agonía. 

Es dejar que te apuñale en el alma, cada vez mas profundo. Y así, cuando el filo de esa daga se haya mancillado, claves tus propios dedos dentro de la llaga antes de dejar que cierre completamente. 

Es darle la llave y mostrarle la puerta donde están encerrados tus demonios más oscuros. Al mismo tiempo. El mismo día. Y que esa persona abra la puerta, esperando deleitar sus ojos mientras te desangras lento. 

Es poder decir te extraño, te amo, te espero, te quiero. De golpe. Sin esperar nada a cambio. Sin recibir nada a cambio. Porque no sabes hasta cuando dure. 

Es rezarle a la muerte, odiar a la vida y suplicarle al tiempo. Rezar para no morir, odiar por no vivir y suplicar por la eternidad. 

Es vacío y nada, la duermevela de lo incierto, el gozo de lo desconocido, la pasión de lo posible, la ciencia de lo cercano, el sudor del sexo, el lapso en una copa de cristal, el hilo que se rompe, lo salado de las lágrimas, el desenlace de los sueños, un beso en la entrepierna, cabello entre tus manos, es apilar los segundos, cuál monedas, en recuerdos que se cuentan en noches de insomnio, soledad y decadencia. 

Amor es saber que a pesar de todo, aun sabiendo que puede hacerlo, crees que lo pensará dos veces antes de intentarlo siquiera. Porque no siempre alguien te da el poder para destruir, pero cuando te lo dan, es porque sabes que has amado de la misma manera en la que te han amado. 

Y cuando destruyes, es porque ese mismo amor te ha consumido, dejando solo cenizas, hielo e historias rotas.[no-sidebar]

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