Dulce decadencia, con sabor a ti



Pero el pan hacía tiempo se había acabado. Tampoco había salchichas, queso o huevos, por lo que pensar en un omelette no era una opción.

Me quedé mirando la alacena, llena de frascos de especias, hierbas y granos. Hacía tiempo que no había más que naturaleza muerta, llenando de polvo los tristes entrepaños, cada vez más vencidos y corridos por las termitas y la humedad.

Detrás de uno de esos viejos cristales -que se marcaba con las palabras "hojas de menta"- sobresalía un sobre. Parecía que tenía mucho tiempo escondido detrás, empezaba a colorearse amarillo en las puntas, pero la fecha de caducidad no había expirado hace mucho, unos cuantos meses.

Era un sobre de pasta. No sé necesita mucho para eso, solo agua, aceite y ajo, si es que tienes. Abrí el refrigerador y, gracias destino, un ajo a medio podrir, pero que aún tenía partes rescatables me saludo, dichoso de poder terminar sus fríos días y ser utilizado para aquello que Dios le había sido encomendado. Lo tome, limpie y corte, eliminado aquellas partes mohosas que sobresalían de su cáscara café.

Tome una olla que me había regalado mi mamá cuando me fui a vivir solo y que ahora era uno de los pocos recuerdos que me quedaban de ella. La lave, con agua fría solamente, enjuague y llene a la mitad de agua del grifo. Encendí la llama del fogón y lentamente observé como se formaban las burbujas del agua en ebullición. Tome la pasta, limpie un poco el polvo que se había filtrado y puse los fideos en el agua, junto al ajo, para que comenzará su transformación, de ser cosas completamente diferentes a convertirse en uno solo, una pasta que reconforta el alma y calma la barriga.

Pasaron 5 minutos, hasta que el gas del hornillo diera su último aliento, los suficientes para que la comida estuviera casi al dente. Sin más tardanza, tome una camisa vieja y envueltas las manos con ella, tire el agua, caliente y lechosa al fregadero. Directo de la olla, tenedor en mano, comencé a degustar mi obra.

Nunca una comida tan decadente me supo a gloria.

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Así es, libertad intransigente fue y duro lo que tenía que durar. Es momento de cambiar y tomar nuevos aires.
      De ahora en adelante, por acá voy a andar.
      Saludos!

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    2. Enterado, muy bien. Traté de comentarte en tu post reciente, pero algo pasa con el layout del blog que no deja de salir encimado y no permite comentar. No sé si soy yo o el post en sí. Pero aqui dejo un saludo, pues. Espero no ande muy intensa de aguantar la cuarentena de tu lado.

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    3. No sabría decirte por qué no deja, lo abrí en varios navegadores, en el cel y en otras computadoras y todo bien.
      Acá, no hay contingencia. No hay cuarentena. Trabajamos y ganamos al día, entonces, aunque nos lleve la verga, que nos lleve bailando.

      Saludos!

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